- Año: 2017
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Fotografías:Eduardo Ramírez Urrea
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Proveedores: Aluplast, Cemex, Grupo Tenerife, LOOK, PACVEL, Stanza, TECHNO-STEP, Tekno-Step, URREA
Descripción enviada por el equipo del proyecto. El objetivo fue lograr una casa que aprovechara al máximo el terreno de 200 metros cuadrados, que fomentara la convivencia familiar y a la vez ofreciera espacios íntimos con la privacidad requerida para cada una de las actividades cotidianas de la familia, cuidando la relación con el exterior para lograr este carácter de privacidad.
Se buscó crear un espacio interior que articulara toda la casa y donde se desarrollara la convivencia familiar. Esto fue resuelto mediante un espacio dinámico longitudinal que va desde la calle hasta un patio interior.
El patio interior es el espacio más íntimo de la casa. Como la privacidad es un elemento muy importante se utilizaron varios recursos; en el patio interior se subieron los muros hasta doble altura y del otro lado, en la fachada a la calle, se creó un filtro por medio de una terraza donde se dispuso una Celosía con elementos de concreto blanco, como una especie de máscara, que trampea las vistas desde la calle, pero mantiene una sutil comunicación desde el interior. La celosía se dispone a todo el frente de la casa dándole carácter a la fachada norte al mismo tiempo que acentúa la abstracción del volumen.
En el patio se propuso una abundante jardinería como remate visual y elemento de amortiguamiento a los grandes muros que lo delimitan.
Debido la búsqueda de una total integración del espacio interior con el exterior, se crearon ventanas-puerta que se esconden en los muros, logrando fusionar los espacios completamente. Algo importante de lograr era: “ver Llover y no mojarse” para lo cual se dispusieron cornisas y pérgolas que permiten tener las puertas abiertas mientras llueve.
En la segunda planta se localizan dos espaciosas recamaras, con salas de baño y closets. En los baños se buscó una gran iluminación natural, así como privacidad. En la tercera planta se encuentra un estudio, siendo éste un espacio más privado, separado del bullicio familiar, el cual se puede convertir en una recamara eventual ya que cuenta con una sala de baño. En éste se buscó una sensación de integración con el exterior, pero manteniendo su privacidad, para lo cual se dispuso un patio bordeado de celosía, repitiendo el patrón de la celosía principal.
Las azoteas se convierten en espacios vivibles aplicando el concepto de integración interior-exterior, así como el de “ver llover y no mojarse”, para lo cual se dispusieron dos pérgolas hechas de acero, madera y cristal, de las que se evidencia su estructura.
El estudio se orienta hacia las agradables vistas que provocan los grandes árboles del parque vecino.
Se cuidó trampear las vistas muy urbanas. El espacio es delimitado por un sistema de trabes y muros, el cual enmarca las vistas y conforma una volumetría exterior más coherente y homogénea, potenciando la abstracción de los volúmenes.
La última azotea se convierte en un mirador donde se aprecia la vista a los volcanes del valle. A este espacio se accede por una escalera de caracol metálica, también de estructura expuesta, con un tratamiento cromático fuerte, dándole esto un carácter escultórico plástico.